lunes, 15 de abril de 2013

PRIMERA INTERVENCION NORTEAMERICANA (1916 -1924)


Desde muy temprano los norteamericanos impusieron su orden al ocupar diversas zonas del país. La toma de la ciudad de Santo Domingo en Mayo de 1916 obligó a las tropas dominicanas, acantonadas en la ciudad y dirigidas por el General Arias, a dirigirse a Santiago y otros puntos del Cibao con la intención de hacerse fuertes y resistir el avance norteamericano. Pero poco después se produjo el desembarco simultáneo de contingentes de la infantería de marina por las ciudades de Montecristi y Puerto Plata que, tras algunos combates con las fuerzas dominicanas dirigidas por Arias, se situaron en los alrededores de Santiago y obligaron al caudillo a capitular. Estos combates eran el escenificado en La Barranquita, bajo la dirección del General desiderista Carlitos Daniel, en el cual perecieron mas de 20 integrantes de la fuerza dominicana, entre ellos Máximo Cabral. Con la toma del Cibao y de la ciudad de Santo Domingo ya las fuerzas norteamericanas controlaban lo fundamental de territorio y de la población del país, quedando algunas zonas no ocupadas como el Este, donde todavía se pensaba hacer residencia armada, pero sin reales consecuencias.

Entre tanto, el poder legislativo del país designó un gobierno provisional bajo la presidencia del Dr. Francisco Henríquez y Carvajal, a la sazón residente en Cuba y quien regresó rápidamente. Dicho gobierno se concibió como punto de consenso de las diversas fracciones políticas en torno a una personalidad de prestigio y que se consideraba abiertamente neutral en relación a las pugnas por el poder entre las fracciones caudillistas. Se tenía como objetivo evitar la pérdida de la soberanía dominicana y llegar a un entendido que posibilitara el reembarque de las fuerzas de la infantería de marina. Pero a este gobierno se le hicieron exigencias exorbitantes, mucho más inaceptables que las contenidas en la nota número 14, razón por la cual no se llegó a acuerdo con el gobierno norteamericano.

A fin de presionar y obtener una aprobación que legalizara los designios imperialistas sobre nuestro país a los pocos días de su instalación el gobierno norteamericano a la Receptoría de Aduanas suspender la entrega correspondiente de fondos al gobierno dominicano por pretextos jurídicos leguleyos; esta medida fue posteriormente ampliada cuando los marines se apoderaron de la administración de las rentas internas del país y pudo decir así Francisco J. Peynado, Ministro de Hacienda, que él era el único ministro del mundo encargado de los fondos del Estado que no manejaba un solo centavo. Todas esas presiones no dieron por resultado la aceptación de las diversas exigencias norteamericanas, lo cual se consideraba importante a fin de neutralizar plenamente el siguiente paso en la subyugación política y económica del pueblo dominicano. En consecuencia, el 29 de noviembre de 1916, el Contralmirante H. S. Knapp, leyó a bordo del vapor de guerra Olimpia la proclama que ponía a la República Dominicana bajo la soberanía del gobierno norteamericano, siendo el mismo Knapp gobernador militar, en tanto la autoridad política quedaba confiada en manos de la Secretaría de Marina de los Estados Unidos.



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